Había una vez...

...una reina que se pincha la espina de un un rosal y pide como deseo una hija hermosa. Ese deseo se cumple, tiene a esa hija hermosa. Pero al nacer esa niña llamada Blancanieves (blanca y pura como la nieve), la reina muere. El rey se casa con otra mujer, una mujer presumida que le pregunta al espejo reiteradamente quién es la más bella del reino. El espejo le responde que es hermosa pero que su hijastra, Blancanieves, lo es más aún. La reina enfurece y pide a un cazador que lleve al bosque y mate a esa niña de 7 años. El cazador se apiada de la niña y no la mata; en cambio, la abandona en el bosque. Blancanieves deambula asustada hasta que encuentra una cabaña en la que había una mesa con 7 sillas preparada para una comida. La niña prueba todas las sillas y la comida de cada uno de los platos. Lo mismo hizo con las 7 camas que habían en una habitación, y en la más cómoda, se durmió. Los enanos llegaron a su cabaña después de un largo día de trabajo en las minas y se encontraron con Blancanieves durmiendo; la dejaron descansando hasta que despertó. Ella les contó por qué estaba allí y los enanos la invitaron a vivir con ellos si se comprometía a ser su doméstica. Blancanieves aceptó. Pero la reina volvió a preguntar sobre su belleza al espejo y este respondió que la más linda seguía siendo Blancanieves. Así fue cómo la reina se dirigió al bosque e intentó matar a Blancanieves dándole a morder una manzana. Los enanos la pusieron en un cofre de cristal y la subieron a la colina. Un príncipe se enamoró de su belleza, y aunque estaba muerta, quiso llevarla a su palacio. Los enanos al principio se negaron; luego aceptaron. El príncipe abrió el cofre de cristal y Blancanieves despertó. Él le propuso matrimonio, ella aceptó, el espejo siguió diciendo que ella era la más linda del reino, la reina mala se murió, y ellos vivieron felices.